sábado, 3 de mayo de 2014

¿¡He de callar!? ...o sigo así...


A más velocidad


Se sucedió otra derrota pronosticada,
y con ella el consuelo de la siguiente batalla,
de antemano perdida.
 
Y no será por falta de ambición, no.
No será por falta de entrega y tesón.
La lucha, de antemano estaba perdida.
Queda el consuelo de ignorarlo.

Las batallas, como la vida,
siempre se pierden.
Lo demás,
fantasías, ilusiones, engaños...
Nunca hay victoria en la lucha.

Luchar significa la derrota pronosticada.

La tensión de la vida
no da para reparar en ella.
Todo es demasiado frenético.
Me siento, lo soy, un zascandil.

No puedo,
no valgo, o
no quiero.

O todo es demasiado
o nada es mucho.

Me movía mejor antes, hace un tiempo,
cuando todo iba más despacio.
No, despacio no, a otro ritmo.
Al ritmo natural del día.

La noche y el día,
la luna y el sol,
y el caracol,
como burgués de la vereda.



Entiendo tan poco de todo
que bien podría escribir un libro. Con perdón.


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